La hipertensión ocurre cuando existe una contracción de minúsculos músculos de las paredes de las arterias más pequeñas, las arteriolas, por todo el cuerpo, de modo que el caudal se hace más estrecho y la presión en el sistema aumenta.
Esto sucede cuando hay un incremento de las sustancias químicas que circulan por el flujo sanguíneo. La hipertensión causa un deterioro progresivo en las arterias, que se manifiesta principalmente en forma de depósitos llamados placas o ateromas en las paredes de las arterias.
Estas placas van creciendo hasta poder llegar a obstruir parcial o totalmente el flujo de sangre irrigado por una arteria hacia el tejido. Esta situación es responsable de ataques cardiacos, cerebrovasculares e insuficiencias renales.
No hay síntomas hasta que no se produce un episodio grave (a menos que se descubra en consulta con el especialista). Por eso, es de suma importancia controlarse con cierta habitualidad la tensión arterial. Ésta nunca debe sobrepasar los 140-90 mm.
Dieta y nutrición:
Resulta esencial para esta enfermedad. Deben evitarse:
- El sodio (no solo la sal, sino muchas comidas elaboradas como los alimentos enlatados, las conservas, los caldos deshidratados, los embutidos); las grasas saturadas (carnes rojas, mantecas, cremas); el alcohol; el cigarrillo; el colesterol.
Se deben preferir, las fibras, las grasas no saturadas (aceite de oliva), las verduras y frutas
Terapia física:
El ejercicio tiene acción directa sobre la hipertensión. Se debe caminar al menos media hora todos los días, sin excepción. Esto asegura una buena protección contra esta grave enfermedad, porque la tensión se regulariza.
Meditación:
Practicadas con regularidad, las técnicas de meditación tienen efecto sobre la tensión y la disminuyen.
Remedios naturales:
Las bayas de espino ayudan a mejorar la circulación, bajar la presión y regular el ritmo cardíaco.
Flores de Bach:
Se puede trabajar con una selección de remedios florales relacionados con el estado de ánimo y la personalidad, como madreselva y rosa silvestre.
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