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El sol: Un benefactor peligroso

Publicado por Admin jueves, 14 de julio de 2011


En verano todos queremos disfrutar del Sol, ya que brinda una serie de beneficios para la salud del organismo.

Algunos de estos beneficios son: Activar en el organismo la generación de vitamina D, esencial para formar y proteger a los huesos, prevenir el raquitismo en los niños y la osteomalacia y osteoporosis en los adultos y aumentar la producción de anticuerpos lo que favorece las defensas frente a virus y bacterias entre otros.


Sin embargo, el Sol también puede quemar la piel y provocar arrugas, sequedad y envejecimiento prematuro, además de otras afecciones más graves.

Muchas personas se preguntan las razones por las cuales el Sol que es tan beneficios para la salud también podría resultar perjudicial.

La respuesta radica en el hecho que la luz del sol es una radiación electromagnética en parte similar a los rayos X.

Existen tres categorías de rayos ultravioleta, cada una de las cuales afecta la piel de distinta manera.

Los UVA son los de menor energía y se mantienen constantes a lo largo del día y también de las estaciones; penetran las capas profundas y afectan el colágeno y la elastina; provocan arrugas y signos de envejecimiento prematuro, disminuyen la elasticidad de la piel y la tornan más susceptible a infecciones y a la posibilidad de melanomas.

Los UVB no son constantes, sino que dependen de la temperatura y la latitud, y penetran la atmósfera entre las 10 a.m. y las 4 p.m.; causan daños más serios a la piel, provocan quemaduras, enrojecimiento, manchas, envejecimiento y pueden precipitar el desarrollo de cáncer de piel.

Los UVC son potencialmente los más peligrosos, pero su radiación es filtrada naturalmente por la capa de ozono de la atmósfera.

Conociendo estos datos, se puede afirmar que para gozar de los beneficios del Sol debemos tomar antes una serie de precauciones como las siguientes:
  • Aplicar el protector IS minutos antes de exponerse al sol y repetir la aplicación más o menos cada 2 horas (o según prospecto) y después de salir del agua.
  • Elegir el producto adecuado para cada piel y controlar que proteja contra los rayos UVA y UVB.
  • Usar mayor protección en las zonas más sensibles (labios, nariz, hombros).
  • Comenzar el primer día con no más de 20 minutos de exposición e ir aumentando en forma gradual.
  • No exponerse al sol entre las 10 a.m. y las 4 p.m.
  • Usar sombrero de ala ancha y anteojos con protección solar.
  • Tomar mucha agua y evitar las bebidas alcohólicas.
  • No usar perfume ni cosméticos, ya que contienen sustancias que podrían interactuar con el sol y causar reacciones alérgicas.

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